Junto con la “explosión demográfica” mundial
experimentada durante el pasado siglo XX se ha desarrollado, además, un
acelerado proceso de concentración de población en las ciudades. Naciones
Unidas pronostica que en 28 años más el 60% de la población mundial estará
viviendo en áreas urbanas.
América Latina está dentro de las regiones más
urbanizadas del planeta, registrando 75% de población urbana y una tasa anual
de urbanización de 1,18% para el período 1950-2000. Sin embargo, al interior de
esta región existen marcadas diferencias: los países del cono sur, Argentina,
Chile y Uruguay, se han destacado por un temprano desarrollo urbano,
especialmente a partir de la década de los 30, a diferencia de la mayoría de
las restantes naciones que alcanzaron dicha situación con posterioridad a los
años 50. Esto indica que las ciudades concentrarán cada vez más personas y
actividades, y seguirán expandiéndose en el territorio; es por esto, que
algunos autores postulan que la batalla por la sustentabilidad en el planeta
será ganada o perdida en las ciudades.
EVOLUCION Y
ACTUALES PERESPECTIVAS DE LA ECOLOGÍA URBANA
A diferencia de lo que se puede pensar la ecología urbana
no es una ciencia reciente. Sus orígenes se remontan a 1925, cuando un grupo de
investigadores del Departamento de Sociología de la Universidad de Chicago,
EE.UU., conocidos como “La Escuela de Chicago”, sentaron las bases de una
investigación original en el campo de la sociología urbana traspasando los
principios de la ecología animal y vegetal al estudio del ambiente humano de la
ciudad. Los sociólogos de Chicago definieron ecología urbana como “el estudio
de las relaciones entre las personas y su ambiente urbano”, constituyendo un
hito fundamental en la conformación del concepto y desarrollo de la disciplina.
En términos simple, ecología urbana es la comprensión de
las relaciones entre patrones espaciales de urbanización y procesos ecológicos
que se dan en la ciudad Su propósito va más allá de la simple aplicación de los
conceptos propios de la ecología de los sistemas naturales a la realidad
antrópica de la ciudad, sin embargo, esta distinción teórica no ha estado del
todo clara, especialmente en sus orígenes como se vio anteriormente con la
Escuela de Chicago.
ECOLOGÍA DE LA
CIUDAD
3.1 Balance biogeofísico de la ciudad
Una de las primeras publicaciones sobre la energética
urbana corresponde a la realizada por Patrick Geddes en 1915. Posteriormente,
Odum comparó una ciudad americana hipotética de 1 millón de habitantes con una
densidad de 11,2 habitantes/acre con un ecosistema lacustre, de tamaño
comparable, de moderada fertilidad: concluyó que ambos requieren una gran
cuenca hidrográfica, pero la enorme entrada de energía requerida para soportar
las actividades urbanas no tiene contraparte en el sistema lacustre. En 1965 el
autor Wolman usó el término “metabolismo urbano”, para cuantificar los flujos
de energía y materiales dentro y fuera de una hipotética ciudad americana .
Mientras que Douglas proporcionó una ecuación formal para medir el balance de
energía urbana, balance hídrico y balance de materia que sirven para medir el metabolismo
en la ciudad.
3.2 Efectos ecológicos de los patrones urbanos
Una forma de estudiar la ecología de la ciudad, es a
partir de una integración de la
aproximación clásica ecológica con las ciencias físicas y
sociales, a través del estudio de patrones espaciales urbanos. Los conceptos
básicos de esta nueva teoría son considerar a los ecosistemas urbanos como
sistemas dinámicos, conectados y abiertos. Tradicionalmente, el estudio de la
morfología y evolución de las ciudades ha sido extensamente estudiado por
geógrafos, economistas y cientistas sociales, a través del estudio de modelos y
patrones de crecimiento. Algunos hitos históricos importantes son: el modelo
clásico de Von Thünen que explica los usos de suelo agrario en función de una
ciudad central; Burgess, propone la teoría de las zonas concéntricas,
conformada por anillos de diferentes usos de suelo con un CBD al centro;
Christaller, propone un modelo de localización jerárquica de firmas en base a
patrones geográficos de localización; Hoyt plantea la teoría del sector,
patrones de zonas concéntricas modificados por redes de transporte; Lösch,
presenta un modelo de localización de mercados y recursos; Alonso modifica el
anterior, proponiendo un modelo de elección de localización de hogares; y en la
década de los 60, surge la teoría de núcleos múltiples, conformada por varios
centros con actividades de uso de suelo especializadas.
3.3 Efectos de la urbanización en el paisaje
Este campo de análisis ha sido dominio preferente de
planificadores y arquitectos del paisaje. Una de las primeras obras que
alertaron sobre el valor de incorporar el conocimiento de los aspectos
ecológicos y naturales en los usuales criterios de ingeniería, económicos y
sociales para planificar la ciudad, fue la obra “Design with Nature”. En
la aproximación de McHarg, se cotejan riesgos ambientales y amenidades de
diferentes tipos, como capas separadas de información, constituyendo una presagio
de la actual tecnología de los SIG. Una aproximación más explícita es la de
Spirn, quien examinó como los procesos naturales se insertan en la ciudad, y
como la interacción entre el ambiente construido y procesos naturales afecta la
economía, salud y comunidad humana, en un barrio de Filadelfia, EE.UU.
En Alemania ha sido ampliamente desarrollado un programa
nacional de mapeo de biotopos en ciudades, que incluye descripción de la flora
y fauna como clave para identificar tipos de hábitats que son significativos
para: la protección de recursos naturales, calidad de vida, y sentido de
pertenencia e identidad con el lugar. En la ciudad de Meinz se ha mapeado la
distribución de flora y fauna, fenómenos naturales, y actividades
recreacionales dentro de los biotopos Brady et al, estudió un gradiente de
hábitats, de los más naturales a los más artificiales, en construcciones
emplazadas sobre distintos tipos vegetacionales. Dorney usó una aproximación
similar, en un continuum urbano-rural, desde una perspectiva de la
planificación, identificando seis zonas representativas: distrito central de
negocios
(CBD), antiguas subdivisiones, nuevas subdivisiones,
zonas urbanas construidas, margen urbano y rural. Cada zona fue caracterizada por
tres componentes o subsistemas: historia cultural, características abióticas, y
aspectos bióticos.
IV. CONCLUSION
La problemática ambiental de la urbanización es compleja
y la ecología urbana presenta condiciones favorables para su estudio; se
encuentra en una posición intermedia, entre las ciencias naturales y ciencias
sociales, siendo su mayor ventaja el carácter interdisciplinario y transversal.
La comprensión de los sistemas naturales que son impactados por la ciudad, así
como la estructura y función de los sistemas sociales que caracterizan la
ciudad, es un aspecto que tradicionalmente no ha sido considerado de manera
conjunta y es fundamental para encontrar soluciones sustentables al problema urbano.
El desafío de la ecología urbana radica pues en
profundizar en esta línea. Si bien el estudio aislado de plantas, animales y
organismos al interior de la ciudad es importante, el estudio integrado de
factores y dinámicas biogeofísicas y sociales de los ecosistemas urbanos es aún
más importante. A un nivel más específico, Pickett et al. identifica dos
tópicos relevantes en esta integración: la diferenciación social y la
heterogeneidad espacial de las ciudades. El estudio de patrones urbanos y sus
funciones ecológicas asociadas, es clave para entender dichas dinámicas, en
especial en ciudades con fuertes contraste sociespaciales como las urbes
latinoamericanas.
La principal característica ambiental de la situación de
las ciudades latinoamericanas es su marcada segregación socio espacial
acompañada de condiciones ambientales deficientes. Sin embargo el análisis
integrado de dicha situación es un área poco investigada, en especial el
distinto desempeño ecológico de patrones urbanos socialmente diferenciados.
Ciertamente hay una carencia de información básica para
el adecuado el estudio
ecológico de la ciudad y manejo hacia una ciudad
sustentable, en especial en las
ciudades menor tamaño y recursos, sin embargo es un
desafío importante por
emprender. La ecología urbana puede ser útil sólo en la
medida que haya un traspaso adaptado de su teoría y método a la realidad
urbana. La aplicación de conceptos y metodologías propias de la ecología a la
urbe, puede llegar a números exactos pero interpretaciones erróneas.
Herramientas provenientes de la ecología de paisaje, balances biogeofísicos, percepción
remota y SIG, deben ser empleadas cuidadosamente, ellas pueden ayudar enormemente
a la comprensión y monitoreo de la realidad ecológica de la ciudad, pero siempre
teniendo presente que la especie evaluada es el hombre que contiene realidades
mucho más complejas que una planta o animal. Se trata por ejemplo de reinterpretar
las unidades métricas del paisaje urbano, de socializar el significado del píxel,
para de esta forma generar un conocimiento transversal que permita apoyar medidas
de gestión
para lograr ciudades más sustentables.
Sin
duda el avance en esta línea significará un aporte importante para sustentar
una planificación urbana ambientalmente sustentable, en especial para
asentamientos humanos de menor tamaño que aún no han superado los umbrales de
saturación ambiental y empeoramiento de la calidad de vida, que se supone le
dan mayor ventaja.